Irak, los niños proscritos

En 2014, el Dáesh se hizo con el control del norte iraquí, el hogar de la comunidad yazidí. Asesinó a cientos de hombres y secuestró a mujeres y niñas que fueron llevadas a Siria, donde los terroristas habían establecido su cuartel general. Allí, fueron “ofrecidas” en cautiverio a los yihadistas para que las violaran a diario, las convirtieran a la fuerza al islam y poblaran su califato. Fruto de las agresiones sexuales de los yihadistas procedentes de Europa, Asia Central, África y América nacieron los hijos denominados “bastardos del Dáesh”. El mundo conocía estas perversiones, pero la directora del documental “Irak, los niños proscritos” fue más allá y se hizo una pregunta: ¿Dónde estaban todos esos niños de los que no había rastro? No aparecían ni en la mente de las autoridades políticas ni religiosas.

Ana es el nombre ficticio de una de esas mujeres, secuestrada y violada a voluntad de sus captores. Y tuvo a su hija Marya. Después, la obligaron a abandonar a su hija ante un juez y se la arrebataron de sus brazos para llevarla a un orfanato. Desobedeció a su familia y, en secreto, consiguió que Marya fuera a vivir con sus abuelos, los padres del yihadista. Seis años después y, gracias al documental, Ana, mintiendo una vez más a su familia, tuvo la oportunidad de hacer un viaje de diez horas, con trece controles militares de por medio, para llegar hasta Irak y visitar, durante dos días, a su hija Marya.